Mirar, leer y escuchar...



viernes, 17 de septiembre de 2010

Últimos suspiros del riachuelo

Desciende la bruma
como un vidrio esmerilado
sobre el riachuelo.
¿Qué manos habrán construído
esos barcos oxidados
que se hunden lentamente
en la sopa de sus aguas,
espesas como la sangre,
sucias como la indiferencia?

En vano se esfuerza la luz
por penetrar esa nata marrón.
En vano se esfuerzan mis ojos
por ver reflejada mi imagen
en la tela mugrienta
de ese líquido olvidado.

Una rama verde respira
por milagro divino
a orillas de ese río hirviente,
digno de una escena en La Divina Comedia.
Depósito de estertores
de las almas que ha albergado.
Moribundo fluído
que pide a gritos ¡oxígeno!
y fabrica barrera densa de aroma
que quisiéramos olvidar.

Ningún mortal percibe
al pasar a su lado
que sus aguas cuajadas emiten
sonidos lánguidos y piadosos,
raras frecuencias que genera
la muerte próxima...
¡Oid!
Son los últimos suspiros del riachuelo.

martes, 27 de julio de 2010

TEMBLOR


Y la tierra parió su dolor de esfera herida;
rasgó su suelo atiborrado de cemento y malicia.
Sacudió su furia que estaba adormecida
y acomodó su pellejo gastado
sobre tremenda geometría.
¡Se agrietan sus senos porque ya no da más!
de alimentar a ingrato huésped
que observa gélido la metástasis del dolor.
Sus entrañas calientes pujan la ira,
y en el fuego voluptuoso
de su núcleo hirviente
se trama el final
de la comedia terrenal...

Idolatría

A Gustavo F. Andrés

Es el templo pagano
donde caigo postrada,
donde rindo mis armas,
donde estoy derramada.


Fortaleza con creces
es tu pecho que impone
masculina presencia
en la miel de la noche.


Rara mezcla carnal
que entre huesos y tendones,
avasalla mi figura
y aniquila mis temores.


Es tu pecho ese templo
diamantino y astuto,
al que acuden mis senos
despojados de orgullo.


Sacrificios entrego
al altar de tu pecho,
y en tu caja de acero,
apoyando mi oído,
se coagulan mis sueños
entre cada latido.

domingo, 25 de julio de 2010

GEOMETRÍA

(A Gustavo F. Andrés)

Dispuesta y abierta,
mi blanda geometría
aguarda impaciente
el encastre de tus partes.
Desata la fiesta
el óvalo de tu lengua,
y encajan perfectos
los cilindros de tus brazos
en mis cóncavas aristas.


Si cuadrado es tu pecho,
se acomoda por milagro
en la esfera de mis senos.
Si ovaladas tus manos,
se deslizan ingeniosas
en mi pubis triangular.


En tu espalda de trapecio
tejo círculos de sueños
con lo hilos de tus líneas
enhebrados en mis dedos.
Y es derroche de acomodos,
de acoples y de encastres,
este encuentro de siluetas
en la matriz de la noche.

Finura y fortaleza



Finura y fortaleza...
me gusta ese contraste.
Me place tu aspereza
en mi vientre de seda.
Me inflama y me deleita
la rudeza de tus manos
recortando en mis caderas,
estrellas;
amasando en mi cintura,
tormentas;
digitando en mis costillas,
poemas.


Finura y fortaleza...
me gusta ese contraste.
Me inflama y me deleita
la llovizna de tus labios,
los pinceles de tus dedos
dibujándome en los senos,
destellos;
enmarcando entre mis labios,
espejos;
orquestando entre mis piernas,
conciertos.

Diluvian mariposas
si me rozas en la espalda,
y si soplas en mi oído...
¡campanadas!

sábado, 24 de julio de 2010

Caprichos


Construyo tus ojos
anclados en mi figura,
dibujo tus dedos,
los llevo hasta mi cintura.

Rearmo tu imagen,
moldeo tus brazos,
cincelo tu pecho,
orquesto tus pasos.

Me fabrico los besos
de tus labios lejanos,
me imagino mi talle
enmarcado en tus manos.

Borrador de tu cuerpo
que ensayo a ciegas,
cimientos de arena,
columnas de nieve,
campanas de tela,
espejos opacos
que nada reflejan.

No creas, buen hombre,
que soy tan ingenua...
¡Licor engañoso eres tú,
capricho encendido soy yo!

En el parque

Se adentró en el jardín
bajo cúpula de estrellas,
respiró los vapores
de la tierra mojada.

Percibió a sus espaldas
masculina presencia,
y un rubor de amapolas
tapizó sus mejillas.

Palpitó de antemano
tempestades carnales,
empapó su figura
el pensamiento prohibido.

Se han abierto sus labios
a favor del encuentro,
y en la bruma del parque,
sobre un manto de trébol
se acelera el anhelo,
se arrebata por verlo,
se derrama en los brazos
de ese hombre deseado,
y se entrega en silencio...

jueves, 22 de julio de 2010

Ellas


En sus templos de piel
rebalsan pasiones,
se agitan las huellas
de antiguos amores.
Anhelan faraones,
estallan en tormentas,
se acercan,
se apartan,
se elevan,
se arrastran.
Y dan con sus pupilas
sentido al masculino
que las mira,
que las huele,
que las palpa,
¡que las hiere!
y les revive la razón
de ser MUJERES.

Cuerpos dorados

Están enlazados,
están encajados,
mezcladas sus pieles
doradas de mieles.

Están derramados,
fundidos en uno,
amorfas sus carnes,
quebradas sus partes.

Los veo tocarse,
los veo adentrarse.
Observo sus juegos,
me llegan sus fuegos.

Los veo inconcientes,
distantes sus mentes.
Paupérrimo encuentro
de amores que han muerto.

Anatomía


Quién pudiera sumergirse
en el cielo de tus ojos,
asomarse a tus pupilas,
adherirse a tus retinas.
Y salir como una grulla
para luego retornar
a la cueva de tu boca,
que me entibia y humedece,
que me empapa tantas veces
como el mar sobre la roca.


Quién pudiera deslizarse
en la pendiente de tus brazos
y llegar hasta tus manos,
y fundirse entre tus dedos,
y en volcánicos ataques
saciar todos los anhelos.


Quién pudiera como flecha
adentrarse en tu pecho
y lamerte las heridas
que están vivas todavía.
Y curarte, y salvarte,
como diosa, rescatarte.


Quién pudiera... mi amor,
en los surcos de tu piel,
echar raíces.

miércoles, 21 de julio de 2010

Sabias manos


Son tus manos
sabias armas
que maniobran mi esqueleto.
Que se trepan como hiedra,
que transitan,
que palpitan,
que tropiezan
y penetran.

Son tus manos
milagrosas,
las que saben,
estudiosas.
Las que vienen desde lejos,
las que palpan mi epidermis,
las que espero cada día,
las que acaban en mi cuerpo.

martes, 20 de julio de 2010

Viajero

(A la memoria de Alfonsina Storni)
A tierras lejanas
emprendes tu marcha,
viajero que buscas
reposo y olvido.
A mares con aguas
de dudosa calma,
de playas con muelles
y barcos hundidos.
Pálidas sirenas
querrán seducirte,
querrán amarrarte,
llevarte a nadar.
Y como un efecto
de hipnosis divina,
quedarán tus ojos
fijos... fijos en el mar.

¡Piedad!


Estacionada en la puerta de tu cuerpo...
te espero.
Derramada en la sombra que proyectas...
te anhelo.
Abatida en las islas de tu reino...
me entrego.

¡Te piedad, hombre duro!
Me rindo ante tus armas,
invádeme a tu antojo,
usurpa lo que quieras,
¡violenta mis cerrojos!

¡Ten piedad, hombre duro!
Condúceme hasta tu cuerpo,
manióbrame el esqueleto,
pulverízame en un abrazo,
¡no ves que te amo!

Te espero


Atenta y feliz,
abiertos los poros,
repleta de anhelo...
te espero.

Deseosa y temblando,
en aguas hirviendo,
sin voz, sin aliento...
te espero.

Te espero y sucumbo
y revivo y me entierro.
Y así, en devenires
de estío y de invierno,
dispuesta a tu cuerpo
te ansío y te espero.

Dostoievsky


Húndeme tu pluma
de escritor en la epidermis.
Suéñame en un sueño
amarillento y profundo.
Traza tus historias
de demonios y submundos.

Dame de beber
el delirio de tu mente,
el hielo de tu tierra,
tu furia de demente.

Llévame al subsuelo
y enséñame tu fuego,
que quiero ser tu Sonia,
tu Nietoshka y tu Grushinka,
que quiero ser tu Dunia,
tu Nashtenka y tu Varinka.

Y dormirme en tus papeles,
mientras creas, mientras mueres,
mientras duele este placer
de tenerte y de absorberte.
Llévame a la fiebre
que transpira tu talento,
ya casi te veo,
ya casi te siento...
Te palpo...
¡Te tengo!
Dostoievsky...
¿Estás ahí?

lunes, 19 de julio de 2010

Tchaikovsky


Voy a poner lirios
en el hielo donde reposas.
Voy a enhebrar mis cabellos
como hilos de sonido
en la trama de tus obras,
en la tinta de tus notas.

Voy a hurgar en tus papeles
con astucia de ladrona;
si me apropio de tus cosas...
¿me perdonas?

Voy a beber el néctar
que destila de tu pluma.
Voy a fantasear
que me escoges entre todas
y te ciñes a mi cuerpo
ignorando tu tormento.

Voy a darte con mis curvas
el motivo para un vals,
y en mis cartas de Tatiana
muy osadas confesiones:
"que me tomas por el talle,
que me llevas entre brumas,
que susurras en mi oído,
que me invades los sentidos,
que me invitas...
que te sigo...
Y en profundos desvaríos,
con torpeza de doncella,
en tu gélido retiro
soy tu último sonido..."

Nevada en San Petersburgo


Cae la nieve
como fina gasa,
como espuma leve...

Su presencia breve
apenas roza mi blancura.
¡Si tan sólo viera entre la bruma
aparecer tu figura!
Acercaría a tu cuerpo
mi fría escultura.

Cae la nieve
como fina gasa...
y acomoda en mis cabellos
sus cristales de plata.

Hierática espero
que en la blanca estampa
asome tu imagen
diamantina y santa.

Llévame hasta el Neva,
hasta el vidrio de sus aguas,
recuesta mi esqueleto
en su hielo especular.
Y en abrazo masculino
con la llama de tu pecho,
¡quítame por Dios
este frío mortal!

domingo, 18 de julio de 2010

Una noche

La luna derrama su plata
en tu espalda.
Tu pecho se apoya en mi pecho
y ensaya poemas
de piel y de huesos.
Tus dedos presionan mis curvas
y marcan senderos
de luz y destellos.
Tu boca se posa en mi boca,
destila su almíbar,
pincela tu lengua
un paisaje lunar.
Y dice tu boca,
entre tantas cosas...
esas dos palabras
que quiero escuchar.

Génesis

Y sus manos fuertes
de marinero errante,
tomaron su cintura
como timón de barco.
Desataron tempestades
en la piel que lo anhelaba.
Ondularon esas manos,
oprimieron, rebalsaron.
En sus pálidas caderas
por momentos reposaron.

En sus senos,
cascabeles fueron sus dedos,
que atrevidos festejaron.
En su boca,
con almíbar de avellanas
se embriagaron.
Y en el blancor de su pubis,
en fantástica tormenta,
con amor superlativo...
finalmente...
fecundaron.

Sirenas en Puerto Montt

(A Carlos M. Villegas "Charly Gogh")

Y emergieron las sirenas
de la espuma,
ofreciendo nacaradas esculturas.
Caprichoso
te enredaste en sus cabellos
maniobrando con hombría
sus finuras.
Entre todas
escogiste a una sola,
la tomaste con poder
de marinero;
la elevaste por encima
de las olas
y en su pubis
derramaste caracolas.
¡Hombre sabio,
Poseidón sobre los mares!
¡Cómo quise ser tu pálida sirena!
Hoy, en cambio,
soy la sombra de una pena...
y en los muelles de tu puerto,
quien te espera.

sábado, 17 de julio de 2010

Peticiones

Derrocha tu mirada

en mi figura;

dame a borbotones

lo que esconde tu bravura.

Lanza como vuelo de palomas

lisonjeras expresiones masculinas.

Dame de tu boca sin medida,

la palabra reprimida.

Llueve sobre el manto de mis poros

tus expertos palpamientos dactilares;

dame tus manjares,

abre todos mis canales.

Tállame un altar con tus costillas,

haz que yo me sienta idolatrada.

Si me otorgas lujuriosas peticiones...

soy tu esclava.












Penas de agua

Me inmolo
bajo bombardeo de lluvia.
Me empapo con el agua de Dios,
me enjuago las huellas
de tus manos rudas
que bebieron en la copa
de mi cintura,
que dejaron marcas
con su bravura.
Me doblo
en penas de agua.
Me limpio la herida
de tu partida.
Me arranco el recuerdo
de tu fortaleza
tallando destrezas
en mi fino cristal.
Me inmolo y sucumbo
a las gotas del cielo.
¡Qué laven por Dios
esta furia de anhelo!
¡Qué arrastren con todo
mis ganas de verte!
Quisiera olvidar
que anidaste en mis piernas,
quisiera olvidar
que una vez fui tu reina.