Mirar, leer y escuchar...



jueves, 22 de julio de 2010

Anatomía


Quién pudiera sumergirse
en el cielo de tus ojos,
asomarse a tus pupilas,
adherirse a tus retinas.
Y salir como una grulla
para luego retornar
a la cueva de tu boca,
que me entibia y humedece,
que me empapa tantas veces
como el mar sobre la roca.


Quién pudiera deslizarse
en la pendiente de tus brazos
y llegar hasta tus manos,
y fundirse entre tus dedos,
y en volcánicos ataques
saciar todos los anhelos.


Quién pudiera como flecha
adentrarse en tu pecho
y lamerte las heridas
que están vivas todavía.
Y curarte, y salvarte,
como diosa, rescatarte.


Quién pudiera... mi amor,
en los surcos de tu piel,
echar raíces.

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